
Hartos de que nos dieran calabazas, decidimos pasar lo que quedaba de día montando en los autos de choque, viendo Madrid desde la noria, bailando pasodobles y probando suerte con el Pim, Pam, Pum, como acredita el dibujo que hizo del natural Luis Pérez Calvo.
Agotados después de un día tan ajetreado y tras zamparnos los panecillos del santo que si se guardan prometen dinero para todo al año, nos fuimos a Casa Mingo a saciar el hambre con un buen pollo y una botella de sidra.
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